lunes, 3 de abril de 2017

Desataduras

Mientras se liberaba lentamente de sus dolorosas ataduras, se enfrentaba a su lucha mental por saber de qué se trataba la vida en libertad. No entendía bien cómo había llegado a semejante esclavitud pero era algo que ya no importaba.


Lejos de cualquier rencor con la situación, estaba agradecida. Porque el ser humano tiene eso de no lograr empatizar con los demás y ella no es ajena a la raza. Hay quienes tienen un poco más de sentido de la existencia del otro, pero esa es otra discusión.

Sólo el amor libera, sólo el amor perdona. El amor en toda su extensión. Sin distinción. Sin juicios.

Sabía, mientras se iba desatando, que tenía que amar entrañablemente a sus carceleros y entender que ellos, también eran presos.

jueves, 30 de marzo de 2017

Eternidad anacrónica, anacronismos eternos

De pronto me di cuenta que habíamos sido completamente anacrónicos al venir. Encontraron nuestras almas algún punto de encuentro, valga la redundancia, y allí permanecieron en éxtasis, aunque no siempre. Y como no podía ser de otra manera, duró un tiempo discreto. Además de anacrónicos, escindidos por la cultura donde elegimos venir esta vez. Y sí, nada que hacer más que disfrutar de esta realidad de cuerpos separados.

Me consolé sabiendo que luego de una implacable búsqueda, cuando nos encontramos, tal vez no fue tal y cómo queríamos y optamos por seguir y esperar a la próxima vida. ¿Qué más da? En esta eternidad  no es tanto. Sólo la vida misma atosiga con su ansiedad.

Y pienso… ¿Por qué elegimos en forma errónea? ¿Por qué, si hemos elegido bien, sólo nos esperan unas cuantas desventuras diarias y unos pocos puntos de encuentro?
Es una eternidad de crueldades en las que sufrimos por el amor del amante que se aleja, va y viene a gusto. No nos elige, o peor, que si nos elige con el transcurso del tiempo es bien diferente de lo que fuera antes. Sufrimos por el amor elegido sanamente porque se enferma de sincericidio al tiempo justo que nos hemos comprometido, o bien ya venía enfermito pero se nos pasó de largo querer verlo. Hay crueldad todo el tiempo. Como si Dios y el Amor que todos nos ufanamos de sentir, no fueran sino meras creaciones de la mente humana enferma en creer que siempre todo podría ser bueno. Hay crueldad en la cultura pitocéntrica, en la cultura laboral, y por lo tanto en la cultura de las parejas y familiar y así perpetuamos la crueldad a través de nuestros hijos. Aunque creamos firmemente que somos los mejores. Me pregunto si Dios se reirá de nuestras debilidades, o nos padecerá o si simplemente ya no le da importancia.


Tal vez entonces, no seas el deseo oculto de lo que no es en esta vida y haya que esperar a la siguiente, sino el deseo a gritos de que este ahora sea vívido y vivido. Porque claramente si algo tenemos es esto. Lo demás, suene mucho o poco en esta eternidad… aun no nos alcanza.

jueves, 23 de marzo de 2017

Viento de Libertad

Sabía que no podía seguir escondiéndome.
Tarde o temprano tenía que salir de la madriguera. Saqué la nariz para sentir el aroma. Sentí, tal vez, algún tipo de pánico. Siempre estuve en esa cueva, protegida, resguardada, y a oscuras. Incómoda por el olor a humedad de las lluvias, pero segura de que no entraría el agua.
Saqué la nariz y después asomé la mitad de la cabeza. Los ojos se me encandilaron y no vi nada. Entré como un torpedo y quedé agazapada. Con los ojos cerrados porque la luz me había cegado.
Sentí más pánico al afuera y vomité el susto del horror a lo desconocido.
Sabía que tarde o temprano el agujero se llenaría de agua, que no iba a contar con tanto más tiempo y que sólo era cuestión de coraje.

Siempre supe que el mundo es de los valientes.

Respiré, mil y una vez, mil veces y más. Cada día. Supe que acabaría el susto, que la vida estaba ahí afuera y saqué la cabeza entera. Salí primero con los ojos cerrados. Sentí el aroma del pasto húmedo. Respiré profundo. Abrí los ojos despacio y la luz se fue acomodando en mi marola roída por pensamientos. La luz no entró por mis ojos sino primero por mi alma. Dejé que me inunde y respiré otra vez. Saqué el cuerpo de a poco y sentí el escozor del cuerpo lleno de costra. El viento me dolía y caminé a tiendas por un mundo nuevo. Desconocido, raro, dolía el viento y la luz cegaba, pero el aire era puro y diáfano y el dolor me liberaba  y la ceguera se desvelaba para dejarme ver más allá de lo evidente.



Miré la madriguera y lloré. Lloré por los años que lloré adentro, lloré por los que se quedaron y por los que se fueron, lloré por los que amé y amo y limpié la vista con lágrimas…
Todo era nuevo, el mundo era un lugar nuevo y desconocido. Tal vez amigable, tal vez peligroso. Sé que dolió salir, pero el viento fresco de la libertad acarició mis temores, se compadeció de ellos y los llevó en un vuelo sin límite hacia algún lugar lejano…

Por fin emprendí el retorno a casa.

martes, 21 de marzo de 2017

Moebius

Sale y entra constantemente. No tiene la menor idea de lo que quiere hacer. Corta y vuelve a llamar. Es infinito el camino que anda y vuelve siempre al mismo lugar. Sabe que no avanza, sabe que no va a ningún lado, pero extrañamente no consigue detenerse.




Visto de afuera parece fácil. Pero sólo ponerte en sus zapatos podría ser parte de una especie de condena eterna. Dura esta vida, por suerte, y podría durar más… o menos.

lunes, 20 de marzo de 2017

Danza de Invierno

El invierno desmontó todas las hojas. Los pinos se mantienen hermosos y prósperos. Es su mejor hábitat. El campo se silencia. Puede escucharse cada sonido con claridad. Abunda una especie de paz y silencio. Acallar la mente, sembrar palabras en el alma, en silencio. Dejar que los sonidos surjan en el momento apropiado.
De a poco vamos llegando a casa.

El sol, entretanto, parece haber tomado una larga siesta. Suele hacerlo en los inviernos, descansa a su ritmo. Lo hace adrede, para que aprovechemos el momento de introspección. Así, en la calma del invierno frío, se gana en austeridad, si se permite, de la buena. Se bajan las revoluciones, se acalla la naturaleza y la mente debería seguir ese ritmo. Se estimula el cuerpo, se prepara al ritmo del invierno, para abrir la danza de colores… más adelante. Ahora no.

miércoles, 9 de marzo de 2016

Ahogo...

Así como si nada, como si todo… me invade una especie de tristeza, la angustia acelera el pulso, las lágrimas serpentean en el anteojo queriendo salir y aguantando.


Así como si nada, como si todo… no entiendo bien de qué se trata, nada es lo que parecía y se pierde el impulso de vida que soplaba a todo viento, que arremetía y metía aquellas ganas de vivir. De pronto no hay nada, pero la sensación, no es de vacío sino de ser el centro del ojo de la tormenta.

Así como si nada, como si todo… me han dejado sola las ganas, las voluntades, el cansancio me come el cuerpo y el alma está encapsulada, atascada, y ya sin ganas de querer dejar la burbuja que como si tuviera con qué, la ata. Ata el alma, la vida. Ata y amansa, no por templanza sino por miedo…

El espíritu se queda sin aliento, sabiendo que ahí está listo para salir, cuando la burbuja se pinche y las ataduras se conviertan en alas, de la nada, así como si todo… así como si nada.

martes, 11 de junio de 2013

Excusas

El otro día leí que un Blog es como un hijo y que no hay que abandonarlo… Hace un año más-o-menos que no escribo nada y bueno… también extraño ese momento de conexión.  De pasada repasé los muchos blogs que seguía por otros años. Muchos ni siquiera encontré.

¿Escribía porque estaba sola? ¿Escribía porque “tenía” tiempo? ¿Escribía porque me invadía alguna emoción socavona? Probablemente haya encontrado ese espacio en el tiempo que me permitió ir más allá y descubrirme queriendo escribir. A veces las emociones eran densas, pero mucha veces, la mayoría, sentía una felicidad absoluta de hacerlo, de encontrarme.

Da igual el por qué. Nunca lo abandoné, no en mi corazón, sí desestimé temas, o no me dejé brotar las palabras.


Heme aquí Jardín de Lirios, lista para sentir tus perfumados viajes…